Estaba acostumbrada a tenerla, rodeada de bienestar y
perfección. Realmente no me interesaba su proveniencia, solo sé que era mía y
yo suya tan cercanos como hermanos, si era del cielo o era por mis propios
méritos, buenas circunstancias, convenientes coincidencias o suerte, me daba
igual.
Pero un día ella me faltó, como pierde el niño su juguete
más preciado, la vi partir y con ella se llevó cada ilusión, cada sueño, cada
anhelo y cualquier destello de felicidad. Su partida fue triunfal, su despedida
cruel y su recuerdo doloroso.
¿Quieren saber? Mi salud me faltó, mi madre murió, la ruina
se quedó a vivir en mi casa, yo misma sentí como el desplome de mis edificios
caía sobre mí sin que yo pudiera evitarlo y lo peor, sin que yo pudiera hacer
absolutamente nada para mejorar las cosas.
Entonces en verdad me pregunté ¿Por qué nunca me interesé
por saber de dónde venía?
Para al menos haber enviado una carta de agradecimiento,
una prórroga, un plazo por más años y como ahora, presentar una solicitud de
inconformidad. Si había que pagar, les aseguro nunca me llegó ni un recibo, si
estaba en mora nunca me di cuenta.
“Desperté de mi
sueño, fue tan real, jamás querrán sentirlo”
¿De dónde viene mi
bendición? Yo creo que es de parte del Creador.
Es gratuita, es
valiosa, es hermosa, es un regalo.
Aprovecha cada
instante para vivir conscientemente tu bendición y no dejes pasar los momentos
en que puedes mirar al cielo y decir: TE AGRADEZCO SEÑOR, TE AGRADEZCO.